Este escarabajo puede garantizar la seguridad de los cultivos orgánicos
En lugar de eliminar setos y estanques para que evitar animales contaminates, usar un insecto coprófago para que elimine los agentes patógenos favorece la vida silvestre y el consumo humano, halló un estudio
Las regulaciones de la alimentación exigen que donde haya un cultivo para el consumo humano se eliminen setos, estanques y cualquier otro hábitat que pueda atraer a la vida silvestre o el ganado, cuyos agentes patógenos podrían contaminar los alimentos. Pero el costo es la biodiversidad. Para evitarlo, las granjas orgánicas contrataron una fuerza de seguridad especial: un escarabajo coprófago que elimina las bacterias peligrosas en las heces que dejan los animales.
Un estudio de la Universidad del Estado de Washington, publicado en la Revista de Ecología Aplicada, comprobó que en 70 granjas orgánicas (aquellas que no utilizan fertilizantes sintéticos ni pesticidas) el escarabajo, junto con las bacterias del suelo, lograba eliminar naturalmente la E. coli y otros agentes patógenos. Eso no sólo protege la vida silvestre sino que a la vez evita la aplicación de pesticidas, ya que reduce la cantidad de aves y mamíferos insectívoros.
«En conjunto, nuestros resultados indican que los insectos y los microbios pueden remover las heces rápidamente, con el potencial adicional de reducir la persistencia de los patógenos humanos. A su vez, esto sugiere que una mejora a la seguridad de los alimentos puede ser un servicio importante, y quizá subestimado, al ecosistema que mejora la biodivesidad en la granja«, sintetizó la investigación que dirigió el entomólogo Matthew Jones.
Para comprobar su hipótesis, Jones y sus colegas enterraron trampas Pitfall (trampa de pozo de caída, una forma de control de plagas que se usa en el almacenamiento de granos para atrapar a los escarabajos) en las que emplearon, a modo de carnada, heces de cerdo. Realizaron la prueba en campos de brócoli de la costa oeste estadounidense, donde se cultiva un tercio de los productos vegetales de América del Norte.
Allí, también, se han dado recientemente varios brotes de E. coli que causaron la contaminación de vegetales y la intoxicación de personas. Jones tomó muestras de los terrenos y comprobó que contenían restos de heces de jabalíes. Y eligió una planta que se suele comer cruda, es decir que tiene más probabilidades de llevar los agentes patógenos directamente al aparato digestivo humano.
Los campos estudiados se dividían en dos clases: aquellos que practicaban la agricultura convencional y aquellos que practicaban la agricultura orgánica. En ambos grupos se encontró escarabajos, con una diferencia: en las granjas orgánicas había escarabajos estercoleros en una proporción mucho mayor a la que albergaban los cultivos convencionales. El suelo también se diferenciaba, porque en las plantaciones orgánicas tenía una diversidad muy superior de microbios.
Para verificar que los escarabajos coprófagos matan las bacterias peligrosas cuando consumen y entierran las heces (y, según sugieren estudios anteriores, porque tienen componentes antibióticos en su cuerpo), los científicos incorporaron E. coli, en laboratorio, durante siete días, a la dieta de las tres especies más comunes de estos insectos. Dos de ellas, el Onthophagus taurus y el Onthophagus nuchicornis, redujeron la cantidad de E. colien 90% y 50% respectivamente.
A continuación expusieron a los microbios del suelo a la misma E. coli que tanto daño hace a los humanos. «Se sabe que las bacterias envenenan y luchan de otros modos entre ellas, y lo mismo podría estar sucediendo aquí», dijo a Science Daily William Snyder, coautor del trabajo. En efecto, se comprobó que la flora de las granjas orgánicas es mucho más efectiva para eliminar la E. coli que aquella de las granjas convencionales.
«La naturaleza tiene un ‘equipo de limpieza’ de escarabajos estercoleros y bacterias que rápidamente eliminan las heces y los agentes patógenos en ella», concluyó Jones. «Es conveniente alentar a estos insectos y microbios benéficos».