La bacteria Chromobacterium phragmitis podría servir de bioinsecticida

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Las marismas presentes en los ríos Potomac (Maryland) y James (Virginia) albergan una rica variedad de vida silvestre, acuática y terrestre.  De este hábitat de marismas proviene una especie de bacteria recientemente descubierta que podría ayudar a mantener a raya las plagas destructivas de los cultivos.

Un equipo de científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) recolectó la bacteria, que llamaron Chromobacterium phragmitis, de las muestras de sedimentos y agua de los pantanos. Determinaron que era una nueva especie, luego de usar técnicas de secuenciación genética en Invasive Insect Biocontrol and Behavior Laboratory (IIBBL) y en la agencia Electron and Confocal Microscopy Unit, ambas ubicadas en Beltsville, Maryland. Desde entonces, los investigadores han comenzado a probar la letalidad de la bacteria para la oruga de la col, el gusano de la semilla de maíz, el escarabajo rojo de la harina y otras plagas.

Sus esfuerzos son parte de la misión global del IIBBL para encontrar medios rentables y sostenibles de control de plagas de insectos que puedan aliviar la dependencia de los insecticidas sintéticos o que puedan servir como una alternativa a ellos, sobre todo, para los productores orgánicos.

Las pruebas de los investigadores de C. phragmitis, publicadas en la edición de enero de 2020 del Journal of Entomological Science, amplía los hallazgos del microbiólogo retirado del ARS Phyllis Martin, quien identificó la primera especie insecticida de Chromobacterium en 2003, a partir de hojas de cicuta descompuestas recolectadas en el área de la montaña Catoctin del centro-norte de Maryland. Esa especie, que Martin llamó C. subtsugae, fue posteriormente autorizada por una empresa comercial y vendida bajo el nombre comercial de Grandevo.

GENERA GRAN EXPECTATIVA

Michael Blackburn, entomólogo del ARS, junto a un conjunto de investigadores, están ansiosos por saber si el descubrimiento de C. phragmitis posee la misma «receta» para el éxito de control de plagas que tiene la especie descubierta por Martin, es decir, un cóctel de compuestos que repelen o retrasan el crecimiento o, simplemente, matan plagas.

De las cuatro cepas de C. phragmitis que los investigadores probaron en los ensayos de alimentación de insectos, una etiquetada con IIBBL 113-1 demostró ser letal a la oruga de la col, al escarabajo rojo de la harina, al gusano de la semilla de maíz y a las polillas de la col. Las orugas de la col que se alimentan de hojas, tanto de cultivos de jardín como de cultivos comerciales, fueron especialmente vulnerables y comenzaron a morir tres días después de ingerir pellets de dieta artificial que contenían la bacteria en forma de bastón. A los seis días, el 100% había muerto.

Según Blackburn, las próximas investigaciones permitirán determinar qué hace que C. phragmitis sea tóxico para estas plagas e identificar insectos no objetivo que podrían verse afectados, información importante para determinar las perspectivas comerciales de la bacteria como bioinsecticida.

Fuente: RadiAgrícola

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