Envases hechos con hoja de banano y polvo de piña
Dole Food Company, Inc. genera enormes cantidades de desperdicio de las partes de la fruta que no utiliza. En los próximos cinco años, espera encontrar nuevas maneras de reutilizarlo todo.
En los laboratorios de I+D de Dole, la empresa está estudiando la manera de convertir las pieles de piña y las hojas de banano en envases, desarrollar nuevos snacks a partir de productos poco estéticos que las tiendas no quieren, y procesar el exceso de desperdicios en instalaciones de biogás que convierten la comida en electricidad para alimentar las plantas procesadoras.
La empresa se ha marcado varias metas, como un plan para eliminar los envases plásticos de origen fósil para 2025 y alcanzar cero emisiones de carbono para 2030 mediante pasos como pasarse a la energía limpia en las fincas y probar con los camiones eléctricos para el reparto. Pero esta meta de conseguir una pérdida cero de fruta para 2020 es clave.
«Si los desperdicios alimentarios fueran un país, estaría en tercer lugar por detrás de los Estados Unidos y China en impacto sobre el cambio climático», dice el presidente de Dole, Pier Luigi Sigismondi. «Es de suma importancia, pues están conectados y son interdependientes de muchas maneras. Cuando desperdiciamos fruta o comida, también desperdiciamos toda la energía y el agua necesarias para su cultivo, cosecha, transporte y envasado. Y si va al vertedero y se pudre, produce metano, un gas de efecto invernadero todavía más potente que el dióxido de carbono».
«Nuestro fin último es convertir todos nuestros envases de plástico en soluciones biodegradables que los niños puedan convertir en recipientes con semillas que se puedan utilizar totalmente en jardines públicos o privados», dice Sigismondi. Los corazones de las piñas, que son ricos en nutrientes como vitamina C y manganeso, se pueden convertir en snacks y polvos.
Estas medidas no eliminarán totalmente los desperdicios ni se ha cuantificado todavía cuánta fruta se pierde en la propia cadena de suministro. Pero es evidente que cambiar la cadena de suministro ayudará. Todo el sector hortofrutícola tiene que avanzar en la misma dirección, según Sigismondi. «El fin último es que estos cambios se conviertan en la norma del sector».