LA IMPORTANCIA DE LA INTEGRACIÓN DE LAS POLÍTICAS DE SEGURIDAD ALIMENTARIA, LA NUTRICIÓN Y LAS POLÍTICAS SOCIALES
Los resultados de una encuesta realizada por la FAO en 2020, evidenciaron la importancia de promover un sistema agroalimentario local y la integración de políticas de seguridad alimentaria y nutricional con las políticas sociales.
Ciudad de Panamá, febrero 2021. En su más reciente boletín sobre sistemas agroalimentarios y los desafíos que trae la COVID-19, la FAO socializó los resultados de una encuesta realizada sobre impactos de la pandemia en el sistema agroalimentario y la respuesta municipal ante la misma, los cuales enfatizan la importancia de promover un sistema agroalimentario local, bajo esquemas que articulen la oferta y la demanda con estándares de bioseguridad e inocuidad a lo largo del proceso, para facilitar la recuperación y dinamización de la economía local y el acceso a las dietas saludables frente a la emergencia sanitaria.
El reciente boletín de la FAO, titulado “Sistemas alimentarios y COVID-19, respuesta municipal a la emergencia”, aborda los resultados de un estudio llevado a cabo entre abril y junio de 2020. El estudio incluyó 343 municipios de 17 países de América Latina y el Caribe, en su mayoría (78%) correspondientes a ciudades intermedias (de 50 mil a 500 mil habitantes) y pequeñas (de 5 mil a 50 mil habitantes).
Los hallazgos reflejan las problemáticas comunes en términos de los impactos de la pandemia en el sistema agroalimentario local, tales como el alza de precios de los alimentos básicos y la migración de personas desde zonas urbanas a las áreas rurales. También, el estudio resalta el riesgo de inseguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables, así como las compras de pánico por parte de los consumidores al inicio de las cuarentenas, en ciudades de mayor envergadura.
El documento señala que las medidas tomadas por los gobiernos locales y nacionales para proteger a la población del contagio consideraron acciones que limitaron la operación de las cadenas de suministro. Estas medidas incluyeron el cierre de las escuelas y colegios, el cierre de restaurantes y servicios de alimentación, así como las restricciones para la venta ambulante de alimentos en espacios públicos, el uso de transporte colectivo y el funcionamiento de mercados y centros de distribución.
Ante esto, las respuestas de los gobiernos locales y nacionales para contrarrestar las posibles disrupciones en la distribución de alimentos consistieron en diversos programas de ayudas sociales. Entre estos se incluye la entrega de alimentación escolar, incluso a través de modalidades alternativas, como envío de las raciones a los hogares de los alumnos (medida adoptada en tres cuartas partes de las ciudades pequeñas). En algunos casos, especialmente en ciudades grandes, el otorgamiento de recursos financieros a la población vulnerable (70%).
Para el caso específico de Panamá, el Coordinador Subregional de la FAO para Mesoamérica, Adoniram Sanches Peraci, resaltó la importancia de la respuesta rápida del Gobierno Nacional con la implementación del Plan Panamá Solidario, como un ejemplo de acción estratégica en apoyo a las familias afectadas por las medidas de confinamiento por la pandemia. Panamá Solidario busca garantizar la seguridad alimentaria y nutricional (SAN) mediante la compra de la producción agrícola nacional y su distribución en aquellos hogares que fueron afectados por la pérdida de sus ingresos.
“Panamá Solidario ha sido fundamental para articular otros programas de SAN nacional. Tal es el caso del Programa Estudiar sin Hambre (EsH), gracias al cual las familias de niños y niñas en edad escolar recibieron canastas de alimentos. Estos dos programas han sido clave para mitigar el impacto de la pandemia sobre el hambre y la inseguridad alimentaria, así como sobre todas las formas de malnutrición que enfrenta el país, de ahí la importancia de la integración entre las políticas de SAN con las políticas sociales”, indicó el funcionario de la FAO.
Sanches Peraci, también Representante de la FAO en Panamá, agregó que para evitar que la crisis sanitaria se convierta en una crisis alimentaria, es necesaria una mayor inversión público y privada en los sistemas agroalimentarios, tomando en cuenta que, incluso antes de la pandemia, eran múltiples las amenazas a su sostenibilidad a nivel regional, como la inequidad en el acceso de las personas a las dietas saludables e inocuas; así como la sostenibilidad ambiental derivada de los desafíos del cambio climático, entre otras.
Finalmente, el estudio presentado por la FAO destacó cuatro ámbitos de oportunidad para la transformación, que aportan decisivamente para la recuperación económica y social en un contexto de pandemia: la resiliencia, gobernanza, innovación y la economía circular, esta última dado que en los sistemas alimentarios de América Latina y el Caribe, anualmente más de 127 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale a 223 kilogramos por persona por año, se pierden y desperdician; y gran parte de estas pérdidas son excedentes que todavía tienen valor y se pueden compartir, reciclar, recuperar, reutilizar.