El debate sobre el glifosato se reabre: ¿es inocuo o peligroso?

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El glifosato ha sido protagonista de agrias discusiones políticas y encontronazos científicos durante décadas. Este herbicida fue introducido en el campo por la multinacional estadounidense Monsanto en 1974 y, a día de hoy, lo producen más de 100 fabricantes –la mitad de las cuales son chinos– y representa el 33% de las ventas totales de herbicidas.

En 1993, tanto la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) como la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificaron este herbicida como de baja toxicidad. Sin embargo, en 2015 la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) de la OMS lo clasificó como «probablemente cancerígeno para los seres humanos».

A pesar de ello, su licencia de uso en Europa se renovó por última vez en 2017. El proceso fue duro y polémico; la UE prorrogó su utilización solo cinco años y no quince como venía siendo habitual, y usó como base dos evaluaciones positivas tanto de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como de la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA). Ambas afirmaban que el glifosato no mostraba «propiedades carcinogénicas y no tiene efecto tóxico sobre la fertilidad». No obstante, ya entonces, organizaciones contrarias al uso de este herbicida argumentaron que las evaluaciones se habían basado principalmente en informes de la industria; estudios patrocinados y no concluyentes.

Este mismo mes ha sido la Federación Europea de Sindicatos de la Alimentación, la Agricultura y el Turismo quien recordaba este particular. «La demanda de prohibición está impulsada por la creciente evidencia de toxicidad para la salud humana, así como sus efectos nocivos sobre la biodiversidad, el medio ambiente y ecosistemas», exponía.

También es curioso que, a pesar de las autorizaciones, sigan llegando condenas a Monsanto por su marca Roundup, que es objeto de miles de demandas en EE. UU.

La actual autorización para el uso del glifosato en la agricultura europea caduca en diciembre de 2022 y, aunque parece una fecha aún lejana, el tema se está caldeando y el nuevo proceso de renovación en Europa promete volver a ser tan largo y controvertido como la última vez.

Por otro lado, el grupo para la Renovación del Glifosato en la UE (GRG), del que forma parte Bayer (actual propietaria de Monsanto), presentaba hace unas semanas un dosier a las autoridades competentes con datos científicos que respaldan que «el glifosato no supone un riesgo para la salud humana y el medio ambiente». A todo esto hay que sumarle el nuevo dictamen que se espera de la EFSA y la ECHA, la posición hecha pública por Parlamento, que va en contra del glifosato y la Estrategia «De la Granja a la Mesa», donde se insta a reducir en un 50% el uso de fitosanitarios en el campo. Así que, de nuevo, el debate está servido.

Fuente: Freshplaza

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